jueves, 7 de mayo de 2015

Ni aunque me lo regalen: Cards Against Humanity

Los que seguís este blog desde hace tiempo sabréis de sobras que no sulo dedicarme a echar mierda sobre ningún juego, más bien todo lo contrario. Mi propósito cuando empecé con Play It Again, Sam fue (y sigue siendo) hacer reseñas cortas sobre el material que me gusta. Enseñar juegos que por su antigüedad o su distribución son rarezas poco conocidas. Y, sobre todo, disfrutar de ello. Es cierto que en contadas ocasiones se me ha escapado algo de vitriolo y he echado espumarajos por algún tema, pero siempre he intentado mantenerme al margen de polémicas y conservar la buena educación.
Juegos como Cards Against Humanity me lo ponen muy difícil.


Cards Against Humanity es un juego casual (party game) en el que los jugadores se alternan para hacer frases "graciosas" combinando dos tipos de cartas. El producto tuvo éxito éxito en su campaña de Kickstarter (15.570 $ de los 4.000 $ que solicitaban, con una tirada inicial de 2000 ejemplares). El boca a boca y la posibilidad de descargar el juego de forma gratuita en PDF de su página oficial para hacerte una copia print and play hicieron el resto.
Pero, ¿eso no es malo, no?
Bueno, no.
Pero hay un "pequeño" detalle.

Sí, lo habéis leído bien...

Más que un juego, Cards Against Humanity parece el producto de una noche alcohólica de un puñado de bros de una fraternidad universitaria americana. Aquí no se trata de ser ingenioso o creativo: hay que ser desagradable. Y no hay límite: racismo, homofobia, violación, violencia... Todo ello en un mazo de varios cientos de cartas (y unas cuántas más con las diversas expansiones) que permiten al jugador componer frases horrendas, humillantes y chabacanas. Tanto que en las reediciones del juego se han eliminado algunas cartas originales, aunque tampoco se ha notado mucho.
Y no sólo eso. Cualquiera que desconozca el mundo de los juegos de tablero puede cometer el error de considerar a Cards Against Humanity como representativo del mismo o, mucho peor, ser su primer contacto con el mundillo, gracias a las ventas millonarias del juego.
Podría seguir así durante un buen rato pero perdería la compostura. Os recomiendo este excelente análisis que han hecho del juego en el blog Shut Up & Sit Down. Si no sabéis inglés, utilizad Google Translate u otra aplicación similar. Vale la pena.
¿Que os gusta el juego? Allá vosotros. Por lo que a mí respecta, no pienso acercarme a una caja de Cards Against Humanity. Me parece un insulto. No creo que degradar sea lo mejor para un juego. Soy un firme defensor del humor negro y de la sátira, pero esto no es ni lo uno ni lo otro. ¿Me convierte eso es un estirado, un aburrido o alguien en contra de lo políticamente no correcto?
No, simplemente en alguien con conciencia.

P.D.: Voy a aplicar la Regla de Oro de los comentarios a rajatabla así que el que venga en busca de pelea va a ser baneado de inmediato.

Ilustración de Tom Humberston para el artículo de Shut Up & Sit Down

3 comentarios:

  1. Nada que objetar, una cosa es el humor "caca,culo,pedo,pis" y otra es ser un chavacano ignorante por no decir algo más fuerte. Que se lo coman con patatas y si puede ser, que les indigeste >____________<

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  2. Yo me hice hace años con el juego "take your daughter to the slaughter", un juego de cartas de narrar historias con un toque salvaje, gamberro y un poco gore. Y con unas ilustraciones de Manuel Carot muy divertidas. Pues ese juego, que no es más que un remake "brutote" de "érase una vez", es como un cachorrito al lado de "la cosa esta" de la que has hablado. Lo peor es que es un producto ínfimo, de nulo esfuerzo y que buscando el morbo fácil ha conseguido una buena cantidad de dinero. Lo que no habla nada bien de la humanidad. Pa mear y no echar gota...

    Saludos.

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    1. Recuerdo el "Take the daughter to the slaughter" porque en mi antiguo trabajo lo habíamos distribuido y se vendía bastante bien.
      Lo que más me jode del asunto es que la gente adopta un tono de "no tienes sentido del humor" o "no hay que poner límites al humor". Y eso contribuye a banalizar temas muy graves.
      Claro que según mucha gente cosas como el privilegio o la "rape culture" no existen...

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